Our beliefs
The Roulette nació en marzo de 2020.
Yo venía de trabajar con marcas grandes, entendía la moda y el negocio de una manera: calendarios, ferias, rápidos tiempos de entrega, grandes cantidades, grandes campañas, prisas, ventas, compras, marketing, almacén, logística…
El lanzamiento de The Roulette coincidió de pleno con la pandemia. Este parón me afectó mucho en cuanto a estrategia, a nivel económico, salir de mi zona de confort, del plan de negocio, volver a hacer los números y tener que enfrentarme a un sinfín de contratiempos. Pero este parón, también me ayudó mucho a ver que a día de hoy es insostenible seguir el calendario de moda convencional. Esta presión innecesaria de las temporadas, competir con los tiempos del fast fashion, las rebajas, el algoritmo de las redes sociales…
Todo esto, hacía que no pudiera dedicarme al desarrollo artístico de la marca y me dolía mucho.
En un año y medio, he sacado tres colecciones a la venta y casi ni me ha dado tiempo de pensar. Este verano, por fin, he podido parar un poco y decidir cómo quiero enfocar la marca.
Disfrutar más del proceso creativo para poder ofreceros piezas únicas, ediciones limitadas, buscar tejidos vintage y especiales, y que haya pocos metros, siempre de stock o de excedentes procedentes de otras marcas que los tienen abandonados en cualquier almacén.
Sin presión y sin calendarios.
Decidí no hacer más colecciones trimestrales o semestrales, sino ir presentando diseños nuevos cuando tenga sentido y vaya encontrando tejidos especiales. Para mí el handmade-to-order es el único camino posible para poder ofreceros un producto único, exclusivo y de calidad.
No me siento cómoda produciendo grandes cantidades con anterioridad. Eso significa tener que adelantar el dinero y jugártela 100% a una sola colección, sin saber qué se va a vender o qué va a gustar más o menos.
Es difícil para cualquier marca vender el 100% de todas las tallas de cada modelo. ¿Qué hago con todo el excedente? ¿Ir a rebajas? ¿Y si aun así tampoco lo vendo? Ya tengo que estar lanzando la siguiente colección y esto significa volver a producir.
El sistema está establecido para asumir un riesgo que perjudica sobre todo a las pequeñas firmas. Es insostenible y además de un gran problema medioambiental.
Excepto las camisetas, el resto de prendas a partir de ahora serán bajo pedido para asegurarme 100% que no terminaré con pilas de ropa almacenada y que nunca tendrán ningún uso.
Aparte de tener una marca, también soy consumidora y me he dado cuenta de que debo dejar de comprar. A partir de ahora le llamaré invertir.
Pararnos a pensar antes de comprar cualquiera de nuestras piezas: ¿La usaré durante muchos años? ¿La podré combinar con varias prendas de mi armario? Y si es que sí, entonces hacer la inversión.